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Mostrando entradas de 2021

Me follaron la boca por un gloryhole en BoyBerry

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Los sitios de sexo en público son fantásticos. Saunas, zonas de cruising , sex shops o, en su versión más cachonda y divertida, el local de Boyberry. De nuevo para preservar el anonimato de todas las personas, tan solo contaremos que este relato es 100% real, como todos los demás, y sucedió en uno de los locales de BoyBerry (en el momento de escribir el relato, esta empresa tiene dos locales, uno en Madrid y otro en Barcelona). Había ido varias veces a BoyBerry. He de decir que en años anteriores, siempre había sido bastante comedido. Encontraba al chico que más me gustaba (y yo le gustaba); y nos íbamos a una cabina a disfrutar un rato. Pero supongo que con la edad, los morbos y fetiches se van elaborando con el tiempo. El local ofrece una suerte de laberintos, cabinas y glorholes para dar rienda suelta al morbo y a la sexualidad. Desde hacía tiempo me dio morbo el hecho de comer algunas pollas a través de un gloryhole.  Un gloryhole no es solo un agujero donde se mete la polla, o se

El joven folla-gargantas

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Primavera de post-covid. Hay un chico con el que he estado hablando por una aplicación de ligue durante un tiempo. Tras pasarnos los teléfonos, entablamos una relación. En ella hablamos de todo lo que nos gustaría hacer. El es un chico bastante más joven que yo. Corpulento, guapo con barba, moreno. Además, tiene una actitud muy masculina. Uno de esos tipos con fuertes piernas, buen culo, y muy atractivo. Como os decía el chico tenía una actitud muy masculina. Habíamos hablado de todas las formas que le podría servir. Meadas, comidas de rabo y huevos, etc. Todo pintaba muy bien, pero la cosa iba a ir aún mejor de lo que esperaba Quedamos en una carretera comarcal, donde yo me acerqué con mi coche. Aparque y esperé a que él viniera con el suyo. Cuando reconocí el coche; me puse algo nervioso; y me acerqué a la carretera para hacerle ver que debía parar.  Cuando entré en el coche y vi a ese pedazo de tío pensé que me había tocado la lotería. Era más guapo que en sus fotos, y venía con un

Dos pollas

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En Barcelona siempre he tenido chicos fijos para comerles la polla. Cuando necesitaban descargar, una llamada era suficiente para que, si a los dos nos iba bien, acercarme a su casa o ellos venir a la mía para que les vaciara los huevos. Una vez resultó que no era uno, sino dos, los chicos que querían quedar conmigo. Dos conocidos. Se me ocurrió la genial idea de emplazarles a venir los dos. Para mi grata sorpresa, a los dos les encantó la idea. De hecho, de uno de ellos (Alex) no me sorprendía, pues siempre me había dicho: - "Me daría mucho morbo darte polla con otro tío" Así que emplacé a los dos a venir a mi casa. Acordamos que no esperaría a que vinieran los dos: el que llegara antes, antes le serviría . Al cabo de una media hora llegó el primero: (David). David era un chico de esos de gimnasio que están en fase de crecimiento. Muy guapo. 28 años, moreno y ojos marrones. Se la había chupado otras veces, una en casa, y otra en un camping! Tenía un rabo super go

Enculé a un chavalín

 Si bien este es un blog que suelo contar las mamadas memorables que he realizado; también me gustaría contar otras situaciones en la que he disfrutado mucho del sexo. Me suelen gustar todo tipo de hombres: mayores, menores que yo...lo importante es que haya química. Y tenía un chico bastante más joven que yo, con el que solía quedar a veces. No porque sea mucho menor que yo los chavalines son siempre pasivos: he recibido verdaderos pollazos de tíos a los que les sacaba 10 años o más. Pero este en concreto, si quera era un delicioso pasivo muy enculable.  Y en dichos términos quedamos. Aquí el dominante iba a ser yo. Nos vimos en un lugar conocido cerca de mi ciudad, y le recogí con mi coche.  Me encanta ese tiempo previo en que voy con alguien en el coche sabiendo que lo llevo a su destino. Era verano, y venía con unos pantalones cortos tejanos y camiseta. El chico es rubio claro, ojos marrones y cara muy de niño. Él tenía 21 años y yo unos 32 en ese momento.  Llegamos al descampado q