Me follaron la boca por un gloryhole en BoyBerry

Los sitios de sexo en público son fantásticos. Saunas, zonas de cruising, sex shops o, en su versión más cachonda y divertida, el local de Boyberry. De nuevo para preservar el anonimato de todas las personas, tan solo contaremos que este relato es 100% real, como todos los demás, y sucedió en uno de los locales de BoyBerry (en el momento de escribir el relato, esta empresa tiene dos locales, uno en Madrid y otro en Barcelona).

Había ido varias veces a BoyBerry. He de decir que en años anteriores, siempre había sido bastante comedido. Encontraba al chico que más me gustaba (y yo le gustaba); y nos íbamos a una cabina a disfrutar un rato. Pero supongo que con la edad, los morbos y fetiches se van elaborando con el tiempo. El local ofrece una suerte de laberintos, cabinas y glorholes para dar rienda suelta al morbo y a la sexualidad. Desde hacía tiempo me dio morbo el hecho de comer algunas pollas a través de un gloryhole.  Un gloryhole no es solo un agujero donde se mete la polla, o se expone la boca. Descubrí que un gloryhole es mucho más que eso.

Era una tarde de septiembre; cuando me aventuré al local. Pagué mi entrada, y fui bien asesorado por los chicos de la recepción. La verdad es que siempre que he ido me han tratado genial, son muy amables. El local estaba muy animado. Había bastante gente (unas 20 personas); y además la gente casi constantemente se renovaba. Lo que me gusta también del local es que hay gente de todas las edades y nacionalidades. Es como un gran buffet.

Entre por la cortinilla que separa la entrada del local en sí, y el ambiente cambió. La luz es algo más tenue, y suena algo de música. Se puede escuchar algún sonido en las cabinas, normalmente, sonidos de gozo. Compré una bebida en la máquina, y decidí hacer una primera vuela por el laberinto a ver como estaba el ambiente.

La verdad es que esa tarde estaba bastante caliente, y quería solucionar eso cuanto antes. Quería también experimentar el morbo de comerme una polla a través de un gloryhole. Di un par de vueltas, y atisbé a un chico (quizás unos 40-45 años). Un hombre de mediana edad, que tenía mucho morbo. He de decir que en mi caso el morbo no suele venir demasiado determinado por la edad o el aspecto físico. Es más bien un conjunto de actitud, miradas, complexión corporal... con el tiempo, el morbo me lo da más un conjunto de factores que un tipo de cuerpo en determinado. Cada hombre es diferente, y me atrae en su totalidad o no me atrae.

En fin, que atisbé a dicho hombre, y con una mirada creo que nos entendimos perfectamente. Fui directo a una cabina y me encerré en ella. En dicha cabina, efectivamente, había un gloryhole. Estaba "cerrado", pues había una puertecita que tapaba el agujero. Desplacé dicha puerta, y el agujero quedó expuesto. El hombre estaba al otro lado... pero lo curioso es que no estaba en otra cabina. Estaba en una especie de cuarto semi-cerrado, de manera, que estaba expuesto parcialmente al resto de los, vamos a llamar, "transeúntes". Aunque en este contexto, quizás queda mejor el término "voyeurs" :)

A la altura del agujero se podía ver el paquete del chico... aunque la ropa no duró mucho. Sin tardar demasiado, el hombre se desabrochó parcialmente los tejanos cortos que llevaba, y un buen rabo, de unos 18 cm y buen grosor, salió casi disparado. Lo pude ver unos segundos de perfil, pero se acercó al poco e introdujo todo su falo por el agujero. Y ahí estaba, una nueva fantasía hecha realidad, una buena polla invadiendo mi cabina a través del agujero, erecta, dura y disponible. Me arrodille en la cabina para poder acceder a ese pedazo de rabo.


Comencé a lamer y a oler esa polla, tenía un olor y sabor delicioso, olor a polla, sin demasiada intensidad, pero tampoco recién lavada. Un aroma y sabor perfectos, así que empecé a engullirla. Primero empecé a comer el rabo metiéndome solo hasta el capullo, aunque no tardé en empezar a engullirla hasta los huevos. Era como si tuviera un dulce delicioso que nunca se acababa; y estuve un buen par de minutos chupando y chupando, de todas las formas posibles, ángulos, técnicas y presiones.

Yo pensaba que el gloryhole era solo eso: chupar y chupar la polla que había parecido por el agujero. Pero resultó ser más. Mi boca y cabeza cabían parcialmente por el agujero, así que apoyé mi barbilla en el mismo. El hombre lo entendió perfectamente (de hecho, parece que nos entendíamos en todo); así que aprovechando ese nuevo punto de agarre, empezó a follarme la boca. No sé si sería por la forma de su polla o mi posición de rodillas en la cabina, pero el ángulo era perfecto y la follada de boca era profunda, hasta la garganta. Además la sujeción era fuerte, así que mi boca había substituido al agujero del gloryhole. Literalmente, el hombre se estaba follando mi boca a través del gloryhole.

Estaba tan excitado que me olvidé del todo si otra gente estaría mirando. Espero que sí, y que lo disfrutara, porque yo dicha escena la hubiera disfrutado en tercera persona. Podría imaginarme su culo con sus tejanos embistiendo el agujero del gloryhole donde se ubicaba mi boca. Ahí entendí que el gloryhole era algo más que una polla en un agujero. Era el morbo de saber si te están viendo, o no. De saber quién hay detrás (o no querer saberlo!). De sentir que vienes a dar placer (y recibirlo!) de una forma súper excitante y diferente. El encuentro del morbo entre un sumiso y un dominante en mi caso; aunque también hay versátiles que alternan la comida de pollas.

Volviendo a mi follada de boca; el hombre también estaba muy cachondo, lo notaba porque su polla jamás dejó de estar dura y por algunos gemidos que se le escapaban, aunque en general, era muy silencioso, cosa que también me da morbo. El hombre decidió que ya quería correrse, y lo noté porque empezó a pajearse. Una nueva sorpresa me aguardaba: el hombre empezó a pelársela, pero me ofreció sus cojones en mi lado de la cabina. Quería que me los comiera mientras se hacía la paja, a lo que accedí encantado.

Empecé a meterme en la boca, lamer y saborear sus huevos, mientras que parte de su polla y su mano seguían en mi cabina pajeándose. No tardo demasiado hasta que, mientras yo me comía sus huevos, soltó un buen par de trallazos de leche, parte de los cuales fueron a parar inevitablemente en mi cara y camiseta. Después de unos segundos de asegurarse que el hombre se había acabado de aliviar del todo, retiró su polla del gloryhole.

Yo me quedé en la cabina, recuperándome de la experiencia tan excitante que había tenido, con la polla más dura que una roca. Era tan morboso lo que había pasado: me acababan de follar la boca a través de ese agujero tan maravilloso, y tras satisfacerse y soltarme su leche, se ha ido. Tras disfrutar de unos segundos de la lefa del macho en mi cara, cogí algo de papel y me limpié la cara y parte del semen que había caído al suelo.

Yo no me había corrido y seguía super cachondo; pero para no alargar más esta historia, contaré en otros relatos como fueron las otras pollas que me comí en BoyBerry. Volveré. ¿Te gustaría que fuéramos juntos?





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